Noche en la ciudad

Noche en la ciudad *

El silencio es algo abstracto en una habitación de  ciudad. Es una palabra, un significante, un código lingüístico que provoca  un chispazo neuronal en la cabeza del urbanita que la habita y evoca en ella un significado, un concepto: la ausencia de sonido. En la oscuridad, la masa gris de éste individuo de ciudad palpita y se esfuerza en invocar un sustitutivo, una metáfora, un símbolo, una imagen. Algo que le ayude a tornar lo abstracto en el algo concreto. Una ayuda para decodificar y desmitificar algo que nunca ha experimentado: el silencio.

 Tras los ojos cerrados, nuestro sujeto proyecta imágenes de recónditas aldeas  camufladas entre escarpadas montañas, de cultivos ya arados y ahora abandonados, de la inmensidad del océano en calma con la única compañía de una cúpula estrellada… de una biblioteca en época de exámenes. Y cree saber qué es el silencio. Y sabe cuál es su definición, porque tiene un diccionario en la estantería. Y lo usa.

Pero es consciente de que algo le falta: el conocimiento empírico del silencio. No ha tenido el placer de conocerlo personalmente. Nunca les han presentado. Debe ser porque, tanto las montañas solitarias, cómo las profundidades del océano, e incluso una biblioteca en la que realmente se obedezcan los tan ignorados carteles que claman silencio, quedan muy lejos de una gran ciudad como la suya. ¡Cuánto le angustia no poder experimentar nunca el silencio! De hecho, no hay otra cosa que ansíe más que sumergirse de lleno en mitad del más puro y absoluto silencio: desconectarse del mundo y de sí mismo, apagar todas las conexiones nerviosas que unen su maldito cerebro con el resto de su maldito cuerpo.

El insomnio es algo muy concreto para un urbanita. El insomnio es algo palpable, es sólido, es físico para un ser humano dentro de una pequeña habitación dentro de una gran ciudad. Los pensamientos se atropellan, los retazos de conversaciones mantenidas durante el día, los estribillos de las canciones que has escuchado esa mañana, la introducción de la presentación que tienes que hacer al día siguiente. Alguna palabra absurda que por algún extraño motivo se ha quedado pendiendo de alguna neurona narcotizada y que se enciende en mitad de tu frente como un cartel de neón cuando menos te lo esperas. Y también: “ ¿cuantas horas dormiría si cayera fulminado por el sueño ahora mismo?”, y “que alguien me dispare por favor”, y “si me diese un golpe contra el marco de la puerta, o entrara de repente Thor por la ventana y tuviera la decencia de golpearme el cráneo con su todo poderoso martillo, quizás consiguiese dormir lo suficiente para que no me dé un ictus mañana durante la presentación… is that you baby, or just a brilliant disgui-(ah)- ise?”[1].

Invocar el silencio en una oscura y pequeña habitación es algo que suele ocurrir varios millones de veces a lo largo de cada noche en mitad de una gran y brillante metrópoli. Sin embargo, esto no le sirve de consuelo al sujeto de nuestra investigación. Para él lo único que existe en este momento es la angustia provocada por el insomnio provocado por la angustia y así sucesivamente en un bucle sin final. Cómo sin final parece ésta situación para éste urbanita; que desearía que el silencio fuese algo tangible, que le inundara como una ola, que le golpeara en la frente y le barriera las ideas, dejándole la cabeza completamente vacía, llevándose con él la tortura de su irremediable humanidad.

Pero los coches se suceden fuera. Las sirenas, los gritos de gente con más suerte que él que están despiertos por propio gusto y que, habiendo ingerido cantidades suficientes de alcohol, han perdido completamente el control sobre los decibelios de sus propias voces. El silencio es solo un concepto. Paradójicamente el silencio es, a fin de cuentas, un conjunto de sonidos que conforman  una palabra: /Silencio/. El silencio es una utopía. Nadie jamás ha experimentado el silencio; ni en la ciudad, ni en un pequeño pueblo castellano, ni en una granja en Texas, ni en el Himalaya. Ni siquiera aquellos hombres que se supone cruzaron el espacio y llegaron a la luna fueron capaces de percibir físicamente, empíricamente el silencio. Ya que, incluso habiendo una total y absoluta ausencia de sonidos a tu alrededor, nunca podrás dejar de escuchar el eco de tus propios pensamientos golpeando contra las paredes de tu cerebro: “Is that youuu baby or just a brilliant disguise?”. Estamos condenados, somos humanos.


[1] Parte del estribillo de la canción Brilliant disguise de Bruce Springsteen.

* ARTISTIC CREATION ISSN 2340-650X

Relato publicado en el volumen 1 del  Journal of Artistic Creation and Literary Research (JACLR), iniciativa del Departamento de Estudios Ingleses de la Universidad Complutense de Madrid.

 https://www.ucm.es/siim/JACLR-Volume1-Issue1

Un comentario en “Noche en la ciudad

  1. Marisa

    Hola, has tenido que venir tú a decirme que lo que yo creo escuchar (a veces) en mis veladas magníficas de sueño sin sueño alguno no es el silencio. Sí, cierto totalmente que sigo escuchando mis pensamientos deseosos de parar en mi cabeza pero que nunca lo consiguen hasta que me vence, por enésima vez en una noche cualquiera de las mías el duermevela.
    ¡Suerte! ¡Sigue escribiendo!
    Un beso muy grande

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